Historias de la Biblia hebrea
EL JOVEN PASTOR SE CONVIERTE EN REY
Historia 63 – 2 Samuel 1:1-4:12
Al tercer día después de la batalla en el monte Guilboa, David estaba en su hogar en Siclag al sur de Judá, cuando llegó un joven corriendo. Se presentó ante David con la ropa rasgada y la cabeza cubierta de ceniza, como señal de duelo, y se postró rostro en tierra ante David. Y David le preguntó: “¿De dónde vienes?” El joven respondió: “Vengo huyendo del campamento israelita”. David le dijo: “Pero, ¿qué ha pasado? ¡Cuéntamelo todo!” Y el joven respondió: “Nuestro ejército ha huido de la batalla, y muchos han caído muertos. Entre los caídos en combate se cuentan Saúl y su hijo Jonatán”. David le preguntó: “¿Y cómo sabes tú que Saúl y su hijo Jonatán han muerto?” El joven dijo: “Por casualidad me encontraba yo en el monte Guilboa. De pronto, vi a Saúl apoyado en su lanza a punto de morir, con sus enemigos cerca de él. Saúl me dijo: – ¡Mátame de una vez, pues estoy agonizando y no acabo de morir! Yo me acerqué y lo maté, pues me di cuenta de que no iba a sobrevivir. Luego le quité la corono de la cabeza y el brazalete para traérselo a usted, mi señor”.
Al oírlo, David y los que estaban con él se rasgaron las vestiduras. Lloraron y ayunaron hasta el anochecer por Saúl y su hijo Jonatán, y también por todo el ejército de Israel. Entonces David le preguntó al joven que le había traído la noticia: “¿De dónde eres?” Él respondió: “No soy israelita, soy un extranjero amalecita”. David le replicó: “¿Cómo te atreviste a alzar la mano para matar al ungido del Señor? Por esto debes de morir”. Y David llamó a uno de sus hombres y le ordenó que lo matara porque había matado al rey. Quizá dijo la verdad, pero lo más probable es que el muchacho ni había estado en la batalla. Él pudo haber ido a robar las pertenencias de los cadáveres, y haber encontrado el cadáver de Saúl. Probablemente fabricó esa historia para darse crédito de la muerte de Saúl con la esperanza de una recompensa. Ni el propio David se atrevía a hacerle daño al ungido de Dios aunque era su enemigo. Por esa razón en vez de recompensa, lo que David quería para el muchacho era un castigo. David escribió una canción de la muerte de Saúl y Jonatán. Se la enseñó a la gente de Judá, y le llamó “Cántico del Arco”:
¡Ay, Israel! Tu gloria yace herida en las alturas de los montes. ¡Cómo han caído los valientes! No lo anuncien en Gat ni lo pregonen en las calles de Ascalón; para que no se alegren las filisteas ni lo celebren esas paganas.
¡Ay de montes de Guilboa, que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío! ¡Que no crezca el trigo para las ofrendas! Porque allí deshonraron el escudo de Saúl: ¡allí quedó manchado el escudo de los valientes! ¡Jamás volvía el arco de Jonatán sin haberse saciado con la sangre de los heridos, ni regresaba la espada de Saúl sin haberse hartado con la grasa de sus oponentes! ¡Saúl! y ¡Jonatán! ¡Nobles personas! Fueron amados en la vida e inseparables en la muerte.
Más veloces eran que las águilas, y más fuertes que los leones. ¡Ay, mujeres de Israel! Lloren por Saúl, que las vestía con lujosa seda carmesí y las adornaba con joyas de oro. Jonatán yace muerto en las alturas. ¡Cuánto sufro por ti, Jonatán, pues te quería como a un hermano! Más preciosa fue para mí tu amistad que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los valientes! ¡Las armas de guerra han perecido!”
Entonces, a la voz de Dios, David y sus hombres subieron de Siclag a Hebrón, en medio de la tribu de Judá. Los habitantes de Judá fueron a Hebrón, y allí ungieron a David como rey de su tribu; y David reinó en la tribu de Judá en Hebrón por siete años. Pero Abner, el tío de Saúl que había sido general del ejército de Saúl, no estaba dispuesto a dejar el reino fuera de la familia de Saúl. Así que nombró como rey a Isboset, uno de los hijos de Saúl para que gobernara las tribus del norte. El nombre de Isboset significa “hombre sin valor”, él era débil y sin poder, con excepción del poder que Abner le daba. Por seis años Isboset gobernó, o es decir, Abner dirigió el reino desde la ciudad de Majanayin al este del Jordán.
Así que habían dos reinos en Israel: el reino del norte bajo Isboset, y el del sur bajo David. Mientras tanto, el reino de David crecía con poder, en lo que el reino de Isboset se convertía más débil. Y después de algún tiempo, el reino de Isboset desapareció cuando uno de los hombres de David mató a Abner. Dos de los hombres de Isboset, lo mataron y le llevaron su cabeza a David; estos hombres esperaban recompensa ya que Isboset había sido el oponente de David. Pero David dijo: “Tan cierto como que vive el Señor, quien me ha librado de todas mis angustias, ¡no les daré recompensa a los malvados que han dado muerte a un inocente mientras dormía en su propia cama! ¡Llévense a estos dos asesinos y mátenlos!” Así que los dos asesinos del reino débil de Isboset, fueron castigados a muerte. Y la cabeza del hombre asesinado, fue enterrada con honor. David no había olvidado la promesa que le hizo a Saúl de cuidar a su familia.